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domingo, 22 de julio de 2012

Lluvia que no moja


No hay ningún agujero en la cubierta, y aun así, jarrea dentro de la Terminal 1 aeropuerto de Singapur. Y las gotas que caen, -homogéneas, sincrónicas, casi hipnóticas-, no mojan. Porque este chubasco, de fenómeno natural tiene poco. Y sí mucho de tecnológico: se trata de la obra Kinetic rain, la mayor escultura cinética del mundo, tan sorprendente como esos chaparrones que pillan a uno desprevenido. La pieza, realizada por ART+COM , una empresa alemana dedicada al desarrollo de propuestas artísticas, consiste en una instalación formada por 1.216 ligerísimas lágrimas de aluminio cubierto de cobre que cuelgan de finas cuerdas de acero. Cada una de esas gotas está conectada a un motor controlado por ordenador, escondido en el techo del edificio. Frente a las danzas y cánticos rituales, este es el método del siglo XXI para atraer la lluvia.

“Nuestro objetivo es crear una fuente de identidad para el aeropuerto Changi de Singapur”, explica Joachim Sauter, el fundador y director creativo de ART+COM, “así como proporcionar a los pasajeros un momento de contemplación y reflexión a pesar de la ajetreada atmósfera de viaje”. Como la pieza está concebida para Singapur, los 15 minutos de coreografía que representa repiten formas y patrones relacionados con un clima tropical. “Además, el movimiento fluido de las gotas flotando arriba y abajo busca crear un recuerdo positivo del vuelo”.

Asia seguirá siendo, junto a América, el escenario de los proyectos presentes y futuros de la empresa de Sauter. “Un trabajo nuestro que se ha inaugurado recientemente es Four rivers, una instalación que utiliza complejas superficies de espejo talladas. Cuando se apunta con una linterna a los espejos, los reflejos en la pared revelan un mensaje oculto, que tiene que ver con el significado poético de un río”, explica el artista. Más proyectos fuera de lo común: otra escultura cinética que es a la vez un luminario que imita la oscilación sinuosa de una manta raya, y que resulta de la combinación de unas palas que se mueven físicamente y el movimiento virtual de las luces que llevan pegadas. Y más: ahora mismo están trabajando en otra escultura agitada por el viento para un hotel de Bombay, y en la reinterpretación de un reloj para un espacio público de Washington. Igual no cargan agua, pero a estos chicos les llueven las ideas.
 
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