Así que el conquistador compulsivo cortó por lo sano y se mudó del pueblo donde vivía porque ya no le quedaban mujeres por acostarse. Pero también porque esa adicción a las damas lo llevó a quedar en bancarrota.
“Cuando no quedaban más mujeres con las que no hubiera dormido en el pueblo, gasté una fortuna en taxis para salir a las afueras”, explicó el hombre, que terminó en quiebra y necesitó una terapia para recuperarse de su adicción al sexo.
“La gente cree que es gracioso, pero es un verdadero problema”, aseguró Danny, quien recurrió al terapeuta Steven Pope. Ahora, James tiene una relación duradera y estable y vive en Liverpool, donde reinició su negocio. Según afirma, esta vez nada de otras mujeres.
Fuente: Locas noticias