miércoles, 7 de noviembre de 2012
SANTO DOMINGO.- La superstición o la negativa a resignarse ante la muerte han llevado a un grupo de personas a ejecutar un extraño ritual en espera de que una integrante de su familia, cuya muerte clínica fue dictaminada por los médicos de un hospital, retorne a la vida.
Cándida Montero Medina, una mujer afectada de sida, falleció este martes en el Hospital Vinicio Calventi de Los Alcarrizos y luego de cumplidos los trámites de rigor, el cuerpo fue entregado a sus familiares.
Durante el sepelio, que se realizaba al mediodía de hoy en el Cementerio Cristo Salvador, uno de los familiares de Cándida afirmó que esta se había movido por lo que decidieron llevarla donde un brujo.
El brujo les dio una pócima para que la rociaran sobre el cadáver; les ordenó también que colocaran el féretro abierto frente a la tumba del "barón del cementerio", que es la primera persona que fue enterrada en un camposanto.
Alrededor del ataúd hay un grupo que impide que personas ajenas a la fallecida se acerquen.
SANTO DOMINGO.- La superstición o la negativa a resignarse ante la muerte han llevado a un grupo de personas a ejecutar un extraño ritual en espera de que una integrante de su familia, cuya muerte clínica fue dictaminada por los médicos de un hospital, retorne a la vida.
Cándida Montero Medina, una mujer afectada de sida, falleció este martes en el Hospital Vinicio Calventi de Los Alcarrizos y luego de cumplidos los trámites de rigor, el cuerpo fue entregado a sus familiares.
Durante el sepelio, que se realizaba al mediodía de hoy en el Cementerio Cristo Salvador, uno de los familiares de Cándida afirmó que esta se había movido por lo que decidieron llevarla donde un brujo.
El brujo les dio una pócima para que la rociaran sobre el cadáver; les ordenó también que colocaran el féretro abierto frente a la tumba del "barón del cementerio", que es la primera persona que fue enterrada en un camposanto.
Alrededor del ataúd hay un grupo que impide que personas ajenas a la fallecida se acerquen.